11/25/2006

Un amor que pudo ser y no llegó

Me encontraba con ella en el ascensor. Mi eterno amor se hallaba enfrente de mí. Su dulzura me extasiaba. Su belleza me enamoró. Pero yo no reaccionaba. Tenía miedo de que ella me rechazara. Eso me partiría el corazón, me arrancaría el alma, me rasgaría mi ser. En un pasado fuimos algo más que amigos. En un pasado nos adoramos y nos respetamos, nos amamos y nos complementamos. Poseía unos ojos azul cielo, una sonrisa encantadora y una larga y perfecta melena. Pero lo mejor de ella era su sencillez, esa manera de actuar, de anticiparse a los problemas. Besaba como un ángel. Sus jugosos labios lindaban los míos. Yo disfrutaba de eso y correspondía con mi amor. Sentía que nos unía un vínculo que nadie excepto nosotros dos podríamos quebrantar. Durante ese tiempo nuestras almas se fundían en una sola. Un alma con una debilidad, nuestro amor.
Un amor que cayó en el olvido. Que se esfumó. Yo me creía poca cosa para ella, pensaba que no era suficiente para ella. Por eso empecé a distanciarme, cada vez más. Hasta que pasaron los días y el contraste de nuestras almas ya era extremo, pero yo sabía que en el fondo de su corazón, me amaba.
Subí a mi piso, salí del ascensor y desapareció ese aroma que ella desprendía, tan suave y aromático. Dejando esa fantasía a un lado, me senté en el sofá pálido como la luna confundido con mis sentimientos.
(J. C. E., 2º E.S.O.)