Portaventura
Un día de verano, hace ocho años en Portaventura, me perdí. Me perdí en un inmenso laberinto lleno de gente y niños riendo. Ese día estaba viendo un cartel de helados. Mi boca se divertía de sólo pensar en ellos. Cuando me quise dar cuenta estaba rodeado de gente, en un laberinto sin salida, y solo, sin mi madre, mi padre o algún conocido.
Lloré, corrí, anduve, pero no había nadie, hasta que un señor me cogió y me llevó a una guardería. Entonces vi aparecer un ángel recién caído del cielo. Era mi madre corriendo hacia mí. Yo corrí hacia ella y en ese momento me caí, me choqué. Al verla no lloré, sino que reí de felicidad. La abracé, la besé, la cogí. Tan feliz estaba, como un pez nadando con los suyos. Luego siguió el día y me encontré con mis tíos, mi abuela, mi padre y mi hermana. Desde entonces siempre que veo un cartel de helados, cojo a mi madre y le digo:
_ No me sueltes.
(A.M.O., 1º ESO)
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home