11/20/2006

Mi primer campamento con los Scouts


Era mi primer campamento con los scouts, y yo estaba muy nerviosa. Encima, tuve que sentarme con Álvaro, que me saturaba. Mis amigas Andrea y Raquel, se sentaron delante nuestra, y dos monitores, a nuestro lado.
Los monitores nos mandaron quitarnos las botas y los calcetines. A mí no me salía el calcetín derecho. Me intentaron ayudar Álvaro, Andrea y los monitores, y no lo consiguieron. Al final, me lo quité y salió con tal fuerza que le dio en la cara a la niña que llevaba detrás. El autocar se llenó de risas y yo me moría de vergüenza.
El conductor arrancó el autocar y Álvaro se echó a llorar. Sus mejillas se volvieron rojas y sus ojos dejaban caer gotas de cristal fundido, que brillaban a la luz del sol. Raquelilla, que sólo tenía cuatro años, parecía ser la más feliz del mundo y demostró ser aun más valiente que un niño de diez años.
El autocar paseaba entre las montañas, pero al fin llegamos a la campa. Todos nos bajamos del autocar y miramos a nuestro alrededor. Estábamos en un bosque, vete tú a saber en qué lugar del mundo. Era Soria.
Nos dieron nuestras mochilas y nos sirvieron sopa caliente y un pedazo de pan, que nos comimos al momento. Montamos las tiendas de campaña y nos soltaron por el bosque. Era inmenso y tan denso, que apenas llegaban los rayos de luz al suelo, a través del follaje de los árboles. Era una maravilla. Para no perdernos, Andrea, Álvaro, Raquelilla y yo nos sentamos en el suelo, que estaba frío y mojado. Miramos al frente. Un birrioso riachuelo cruzaba un pequeño claro y sus orillas estaban cubiertas de helechos y entre las hojas de éstos, varias setas de un color blanquecino y medio escondidas en la hierba. Fuimos corriendo a decirle lo de las setas al monitor más cercano y nos dijo que eran comestibles. Así que esa noche, nosotros cuatro cenamos setas. Pasamos la noche en nuestras tiendas de campaña. Hacía frío. Echaba mucho de menos a mis padres. Al día siguiente nos dejaron jugar hasta aburrirnos y por la tarde dijeron que nos íbamos de marcha. A mí me hizo mucha ilusión, pero Álvaro no pareció alegrarse mucho. Preparé corriendo la mochila. El resto de la tarde transcurrió tranquila y cenamos muy pronto. También nos acostamos pronto.
Cuando me desperté, no eran más que las siete y media de la mañana y aún hacía frío. Salí de mi tienda y me dirigí al servicio. En el camino me encontré con Baloo, un monitor, y me dijo que me fuera vistiendo, que nos íbamos ya. Me puse las botas corriendo y desperté a mis compañeros de tienda. Desayuné como una bestia: me inflé a leche con galletas y me tomé tres tostadas con mermelada. Salimos de marcha. Yo con Álvaro y Andrea con Julia,una de sus amigas. Raquel se quedó muy triste a nuestra salida, porque se tuvo que quedar allí, ya que era aún muy pequeña.
El viaje fue precioso, lástima que no le presté mucha atención, ya que se la dediqué a un dolor de pies horroroso.
Hacía calor. Álvaro lloraba, porque el viaje parecía no acabar nunca. Llegamos a Playa Pita. Nos metimos en una pequeña laguna y mis pies, al fin, descansaron. Fue un día espléndido.
Los helechos cubrían el suelo del pinar al completo. El agua del lago era de un color azulado, las sombras de los pinos lo cubrían casi entero.
Anocheció. Esa noche, dormimos a la luz de las estrellas. Maravilloso.
(S. N., 1º E.S.O.)

1 Comments:

At 10:43 a. m., Blogger comostalmundo said...

Enhorabuena Ranger.

Un beso.

 

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