El jardín del instituto
En la zona más remota de Madrid, en un barrio sureño, en un instituto de la zona se puede encontrar un verde resplandeciente. El pequeño paraiso juega con ventaja respecto a los demás, ya que provisto de un festín de luces, brillos y sombras, hace de él una mansión para los pájaros más vulgares y para los insectos más bellos. Cuando silba el viento y los pájaros cantan su graciosa canción, la hierba ronronea al tacto del viento. Sus múltiples verdes y su variedad de flora lo transforman en un lugar apacible donde contactar con la naturaleza.
Un jardín urbano con un olor suave y húmedo limpan por completo tanto los pulmones como la mente.
Cuando el cielo llora y derrama su tristeza y el viento ulula golpeando este lugar, el jardín no pierde belleza sino que emerge naturalmente brindando un interés especial.
Sus formas, sus siluetas y esos colores como si de la jungla se tratase, hacen sentir por él una fascinación gigantesca.
Algo así no se comprende con nombres científicos, ni con microscopios. Es algo que te remueve interiormente y recorre por tu espalda un escalofrío cálido.
Es un jardín especial. Es nuestro jardín.
(G. C. R., 1º ESO)
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