6/04/2007

Cumpliendo sueños


Hace mucho tiempo nació un unicornio en una noche oscura que parecía de terciopelo negro lleno de piedrecitas preciosas. El unicornio no poseía cuerno. Su pelaje era azul claro por todo el cuerpo y sus crines, plateadas. El pequeño reunía la belleza de su madre junto a la vitalidad y el vigor de su padre.
El joven unicornio crecía entre las nubes, en un paraje fantástico. Se despertaba cuando el sol empezaba a despuntar y se dormía cuando el cielo se quitaba el vestido azul y se ponía el traje negro.
El unicornio llegó a ser un adolescente muy responsable aunque no podía dejas de preguntarse por qué no podía bajar a la Tierra y conocer a gente. Quería tener amigos diferentes a él, de los que poder aprender. Sus padres le explicaban que allí abajo nadie les conocía, solamente algunos elegidos y en cuanto alguien le viese, desearía cazarlo para un circo o lugar por el estilo, donde todos pudiesen observarle. Otros, no creyentes en él, pensarían que lo visto no es más que una simple alucinación. Y algunos creyentes, al contarlo, los tomarían por locos.
Cuando el unicornio se convirtió en un adulto, decidió bajar y descubrió que todo lo que sus padres le habían contado era verdad: tuvo que huir de hombres que deseaban cazarle; otros, le veían y se engañaban a sí mismos diciéndose que sería un espejismo; y otros, creían haberlo visto y deseaban conocerlo. Pero curiosamente, aquellos que querían estar con él eran, en su mayoría, niños pequeños. Eso llamó especialmente la atención del unicornio.
Desde entonces, el unicornio baja todos los años a la Tierra para pasar por todas las guarderías y escuelas donde hay niños pequeños para hacer realidad todos sus sueños.

(J.B., 2º ESO)