Martirio y Dolores
Martirio era una mujer que como no tenía trabajo, decidió estudiar auxiliar de enfermería y la destinaron a un manicomio. Cada día hacía la misma rutina. Se levantaba a las seis y media de la mañana, desayunaba, se iba al manicomio y a las siete y media ayudaba a dar el desayuno a los "locos". Después siempre había alguno al que le daba "un ataque de locura",como decía ella, así que entre otro ayudante amigo suyo, llamado Suplicio y ella, le ponían una camisa de fuerza y le metían en la habitación acolchada, donde le dejaban tranquilizarse. Mas tarde, a la hora de las visitas, acompañaba a los familiares a ver a los pacientes y vigilaba a dos o tres por si acaso pasaba algo. Cuando se acababa la hora llevaba a los familiares a la puerta y recogía la sala, en la que siempre había pañuelos mojados en lágrimas o botellitas de agua vacías, porque siempre hacía un calor de muerte allí.
Un día los médicos comprobaron que un paciente mío tenía apendicitis y lo trasladaron a otro hospital. Allí le hicieron más pruebas y tras unos días ingresado lo llevaron a quirófano.
Dolores, la anestesista, le puso la dosis indicada para que no le doliera, no se despertara y no se moviera. Cuando acabó la operación, Dolores despertó al paciente, que le dijo: _Te voy a regalar un coche por lo bien que trabajas. Ella estaba acostumbrada a ese tipo de comportamientos, porque las personas cuando se despiertan se muestran especialmente tranquilas y felices.
Después de que se llevaran al enfermo, Dolores miró su horario y como no tenía pendiente ninguna operación pronto, se fue a tomar un café con su amiga Dolencia.
A las seis de la tarde tuvo que anestesiar a otro paciente con un tumor, pero por desgracia, no superó la operación.
Al salir de quirófano, se fue a visitar al enfermo al que operaron por la mañana. Al ver que había palidecido y tenía fiebre, llamó a Calvario. Él le hizo más pruebas y comprobó que tenía una infección posoperatoria. Le volvieron a operar y cuando se puso bien, en lo que a enfermedad física se refiere, lo trasladaron otra vez al manicomio, donde todos, incluida Martirio le esperaban con los brazos abiertos.
E.O., 1º ESO
Un día los médicos comprobaron que un paciente mío tenía apendicitis y lo trasladaron a otro hospital. Allí le hicieron más pruebas y tras unos días ingresado lo llevaron a quirófano.
Dolores, la anestesista, le puso la dosis indicada para que no le doliera, no se despertara y no se moviera. Cuando acabó la operación, Dolores despertó al paciente, que le dijo: _Te voy a regalar un coche por lo bien que trabajas. Ella estaba acostumbrada a ese tipo de comportamientos, porque las personas cuando se despiertan se muestran especialmente tranquilas y felices.
Después de que se llevaran al enfermo, Dolores miró su horario y como no tenía pendiente ninguna operación pronto, se fue a tomar un café con su amiga Dolencia.
A las seis de la tarde tuvo que anestesiar a otro paciente con un tumor, pero por desgracia, no superó la operación.
Al salir de quirófano, se fue a visitar al enfermo al que operaron por la mañana. Al ver que había palidecido y tenía fiebre, llamó a Calvario. Él le hizo más pruebas y comprobó que tenía una infección posoperatoria. Le volvieron a operar y cuando se puso bien, en lo que a enfermedad física se refiere, lo trasladaron otra vez al manicomio, donde todos, incluida Martirio le esperaban con los brazos abiertos.
E.O., 1º ESO
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